En este artículo quiero hablarles de esa energía que a veces queda atrapada entre dos mundos y que sin querer nos perjudica al unirse a nuestros campos energéticos.
Hablar de ánimas, desencarnados, espíritus, o fantasmas, como suelen referirse normalmente el común de la gente, es quizás fomentar el miedo. Esto no significa que no debamos ser conscientes de su existencia y tenerles respeto, pero nunca miedo.
En este punto, no quiero abrir debate sobre las creencias que cada uno puede tener sobre el tema, simplemente hablo desde la experiencia el trabajo que realizamos diariamente, al encontrarnos muchas veces que una persona está manifestando un comportamiento, incluso alguna enfermedad, producto de una “contaminación” de otra energía que no debería estar en este plano.
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