or un momento presta atención a cómo hablas y cómo te hablas, ¿de qué manera te expresas cotidianamente?; si estás constantemente criticando y hablando de tus penas, malestares, sufrimientos, de forma penosa o negativa, utilizas la herramienta de la queja de forma disfuncional.
En este rol de «quejica» intentas llamar la atención y buscas la empatía de forma negativa y cuando tu lenguaje habitual es criticar los defectos de los demás, te transformas en una persona tóxica, que a su vez desparrama esa energía contaminada a todo el que escucha y se entra en una espiral de contagio de queja y crítica.
Este “habito de expresión” si no lo corriges se transforma en parte de tu personalidad y en tu modo de relacionarte.
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