ada vez más hay evidencia científica de la conexión entre cuerpo y mente o cuerpo y ambiente. Así lo afirma Elizabeth Blackburn, ganadora de un Nobel en Medicina en 2009 por sus investigaciones en telómeros una parte que compone el ADN: “Son como el remate del cordón de un zapato, que lo protege de deshilacharse” “Cuando se desgasta, la muerte es inminente”
Lo que la científica descubrió que este efecto que se creía irreversible podía modificarse o ralentizarlo a través de formas de pensamientos positivos o entornos saludables. Es decir que el envejecimiento no está determinado por los genes.
Es apasionante sentir que, en una medida importante, nuestra salud y envejecimiento lo marcamos nosotros.
Y lo que se nos escapa de nuestra consciencia se puede trabajar, eliminando la energía discordante que traemos de nuestro árbol.
Hemos venido a crecer y a ser felices.